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08 octubre 2006

etapa Maisson Vielle - Bertone


Decía que los primeros pasos en Italia se notan inmediatamente por el cambio de paisaje, pues bien, como no podía ser menos el refugio, la comida y el trato también.

El chalet, un punto de descanso en las pistas de esquí, está acondicionado como restaurante para los esquiadores y como refugio para dormir para montañeros en ruta, forma parte de final de etapa en la ruta del ¨Tour. Estamos en Italia y el local está abarrotado de postales, souvenirs, banderitas, etc. mesas alargadas de merendero con manteles de hule de enormes flores y colores chillones. Una enorme estufa de leña preside el comedor y una barra de bar con la cantidad más espectacular de distintos licores que he visto en mi vida, detrás de la barra un italiano de ojos negros y cabellos rizados nos recibe. Confirmamos la reserva y nos muestra el dormitorio de literas, bien acondicionado, limpio y confortable así como los servicios y duchas instalado todo en un edificio adyacente. Procedemos como cada día y una vez colocados y adecentados vamos a por la cervecita y la charla esperando la cena. El comedor estaba atiborrado de transeúntes y paseantes comiendo a dos carrillos las especialidades de la casa, enormes platos de pasta al dente preparada a las mil maneras.

Y eso cenamos, unos enormes platos de espaguetti a la napolitana, deliciosos, y por primera vez después de muchos días teníamos a nuestra disposición aceite. Comprobamos que es costumbre preparar el aceite macerado con distintas hierbas aromáticas, pimientas varias y bichopicante. También comprobamos que picaba como mil demonios. Sin imaginarnos el efecto rociamos alborozados y abundantemente nuestros platos de pasta humeante con el aceite ansiado y el efecto fue un latigazo, terminamos echando fuego por la boca. Suerte que el vino contrarrestaba eficazmente. Después de terminar con los espaguetti, estábamos acalorados y rojos como tomates, el segundo plato nos calmó un poco, lomo en salsa con acompañamiento de guisantes y zanahoria. De postre una manzana. Una copa de orujo de arándanos macerados, un capuchino y salimos al exterior a fumar un cigarrillo. Hacía fresco y delante de la puerta del restaurante vimos sorprendidos una reunieron de pequeños caballos... todos de cara a la puerta en perfecta formación, parecía esperaban pacientemente la cena, acababan de bajar de la montaña.

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Un poco más tarde de lo habitual fuimos a dormir, la etapa siguiente no era muy larga, debíamos bajar a Courmayeur, repostar avituallas, hacer un poco de turismo y desde allí al refugio siguiente, el Bertone. Confiábamos que las telesillas de la estación funcionasen para bajar a la población.

Son las 6,30 tocan diana, el desayuno a las 7. Lloviznaba otra vez, y mientras desayunamos nos informan que las instalaciones no funcionan, estaban arreglando, modernizando y preparando los telesillas para la temporada de nieve. Mala suerte! Desayunamos abundantemente y con resignación nos disponemos a bajar por un sendero que lleva a Courmayeur. Nos esperaban así de entrada y a diferencia de las otras etapas 600 metros de desnivel pero de bajada... un martirio para mis pies que ya empezaban a quejarse. El camino largo, pesado, y en muchos tramos en mal estado, el bosque casi no se veía y andar con la capelina era una molestia considerable, a medida que íbamos bajando la temperatura era más cálida y acabamos todos sudando la gota gorda. Después de dos horas desembocamos a la carretera y a lo lejos avistamos las primeras casas de Courmayeur, estábamos deseando llegar.

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Courmayeur es una bonita población del Valle de Aosta, puerta de acceso al macizo del MontBlanc para caminantes y montañeros y ruta turística por excelencia por sus importantes pistas de esquí y la posibilidad de cruzar todo el macizo del Mont Blanc con los aéreos enlazando directamente con Chamonix (Francia) Hay tres estaciones de enlace de telesféricos que cruzan todo el macizo por encima de los picos y glaciares. Una experiencia inolvidable si pescas un día claro, en Punta Helbroner estás a tocar de la cima del Mont Blanc y desde allí se ven perfectamente todas las cordadas que avanzan o regresan de hacer el pico. Courmayeur es una población elegante, cuidada, turística, llena de hoteles, tiendas y cafés, es una población atiborrada de pijos hasta la exageración. Había más pijos por metro cuadrado allí que en Baqueira en invierno, y todos los puertos deportivos “Real Yatching - only for members – privé” de toda la costa mediterránea en verano. Hasta los perritos falderos eran pijos, vestían como pijos y andaban como pijos, pobres perrillos pijos de señoritos pijos. Bien... se nota que habían pijos no? El contraste con la pinta de los montañeros que hacíamos parada en nuestra ruta era... cuanto menos, curioso. Lógicamente no está preparada para transeúntes de chiruca así que tuvimos que cargar con las mochilas durante toda la visita turística. Eso si, el café y el xocolat y la pastelería, el pan, los embutidos... todo era una exquisitez.

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Courmayeur también tiene su Societa dell Guide, en la Piazza donde está picada se encuentran los bustos en homnejaje de Giusseppe Petigax y Emile Rey ambos guías del Duque de los Abruzos, Luís Amadeo de Saboya-Aosta, uno de los más prestigiosos y famosos exploradores de su tiempo. Visitamos la Societa para informarnos del pronóstico del tiempo que nos esperaba. Chungo pintaba.

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Después de descansar tomando un magnífico capuchino, repostar vituallas frescas, curiosear y hacer algunas fotos emprendimos el camino a mediodía, nos quedaban algo menos de dos horas y 700 metros de desnivel para llegar a nuestro destino, el refugio Bertone.

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En teoría la etapa era un día de descanso pero no fue así, caminar por el asfalto es nefasto y nos resultó pesado y agobiante, tanta gente y tumulto después de tantos días de tranquilidad nos mareó, más el camino hacia el refugio, a pesar del considerable desnivel, nos resultó placentero y aproximadamente a las tres de la tarde ya lo avistamos.

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Un refugio muy bien acondicionado y agradable. Nos aposentamos, duchamos con ciertas dificultades ya que el agua caliente funcionaba con un contador y los primeros que se aventuraron a la ducha nos advirtieron que el agua caliente se terminaba cuando estabas medio enjabonado así que los gritos que profirieron al tener que enjuagarse con agua fría se oían desde la otra punta del macizo. Los que íbamos detrás ya estábamos avisados. Pudimos disfrutar de la tarde sentados en las mesas del exterior charlando y tomando una cerveza hasta la hora de cenar.

En los alrededores del refugio pude avistar una familia de corzos que intenté fotografiar, por poco me rompo la crisma. Las flores por doquier magníficas y en una jardinera y plantada la flor de nieve o edelweiss, me quedé sorprendida ya que ignoraba que pudiera cultivarse, pasó un grupo de montañeros que iban acompañados de caballos cargados con todos los enseres, tiendas, comida, cocina, etc. Es una/otra de las ofertas de trekking que se puede optar para caminar, acompañados de guías.

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El comedor muy acogedor y lleno de gente, caminantes y transeuntes, cenamosmagníficamente… iniciamos la cena con pasta para no variar, siempre al punto y al dente, enormes platos de macarrones, realmente estos italianos saben como prepararla, cuando trajeron los segundos platos por poco nos da un infarto: salchiichas, carne estofada, lomo, encurtidos, zanahorias, guisantes al vapor, setas y polenta, el plato estrella, de postre flan.

La comida resultó algo embarazosa a causa de dos familias italianas que estaban cenando con tres... niños/monstruos. Nos quedámos atónitos, nosotros y todos con el alboroto y la falta de educación de los niños, corriendo por el comedor, de pie encima de la mesa entre platos y copas, dando golpes, gritando... no acabábamos de entender como se pueden criar a los niños de una manera tan salvaje. Unos alemanes que estaban cenando en la mesa contigua por poco se atragantan. No entendían nada.

Salimos a tomar el fresco al exterior y al poco nos fuimos a dormir aproximadamente a las 9 ya que al día siguiente tocaba madrugar.

Buenas noches Italia.

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