vacances, excursions, viatges... si pot ser, a tot el món.

08 octubre 2006

etapa Maisson Vielle - Bertone


Decía que los primeros pasos en Italia se notan inmediatamente por el cambio de paisaje, pues bien, como no podía ser menos el refugio, la comida y el trato también.

El chalet, un punto de descanso en las pistas de esquí, está acondicionado como restaurante para los esquiadores y como refugio para dormir para montañeros en ruta, forma parte de final de etapa en la ruta del ¨Tour. Estamos en Italia y el local está abarrotado de postales, souvenirs, banderitas, etc. mesas alargadas de merendero con manteles de hule de enormes flores y colores chillones. Una enorme estufa de leña preside el comedor y una barra de bar con la cantidad más espectacular de distintos licores que he visto en mi vida, detrás de la barra un italiano de ojos negros y cabellos rizados nos recibe. Confirmamos la reserva y nos muestra el dormitorio de literas, bien acondicionado, limpio y confortable así como los servicios y duchas instalado todo en un edificio adyacente. Procedemos como cada día y una vez colocados y adecentados vamos a por la cervecita y la charla esperando la cena. El comedor estaba atiborrado de transeúntes y paseantes comiendo a dos carrillos las especialidades de la casa, enormes platos de pasta al dente preparada a las mil maneras.

Y eso cenamos, unos enormes platos de espaguetti a la napolitana, deliciosos, y por primera vez después de muchos días teníamos a nuestra disposición aceite. Comprobamos que es costumbre preparar el aceite macerado con distintas hierbas aromáticas, pimientas varias y bichopicante. También comprobamos que picaba como mil demonios. Sin imaginarnos el efecto rociamos alborozados y abundantemente nuestros platos de pasta humeante con el aceite ansiado y el efecto fue un latigazo, terminamos echando fuego por la boca. Suerte que el vino contrarrestaba eficazmente. Después de terminar con los espaguetti, estábamos acalorados y rojos como tomates, el segundo plato nos calmó un poco, lomo en salsa con acompañamiento de guisantes y zanahoria. De postre una manzana. Una copa de orujo de arándanos macerados, un capuchino y salimos al exterior a fumar un cigarrillo. Hacía fresco y delante de la puerta del restaurante vimos sorprendidos una reunieron de pequeños caballos... todos de cara a la puerta en perfecta formación, parecía esperaban pacientemente la cena, acababan de bajar de la montaña.

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Un poco más tarde de lo habitual fuimos a dormir, la etapa siguiente no era muy larga, debíamos bajar a Courmayeur, repostar avituallas, hacer un poco de turismo y desde allí al refugio siguiente, el Bertone. Confiábamos que las telesillas de la estación funcionasen para bajar a la población.

Son las 6,30 tocan diana, el desayuno a las 7. Lloviznaba otra vez, y mientras desayunamos nos informan que las instalaciones no funcionan, estaban arreglando, modernizando y preparando los telesillas para la temporada de nieve. Mala suerte! Desayunamos abundantemente y con resignación nos disponemos a bajar por un sendero que lleva a Courmayeur. Nos esperaban así de entrada y a diferencia de las otras etapas 600 metros de desnivel pero de bajada... un martirio para mis pies que ya empezaban a quejarse. El camino largo, pesado, y en muchos tramos en mal estado, el bosque casi no se veía y andar con la capelina era una molestia considerable, a medida que íbamos bajando la temperatura era más cálida y acabamos todos sudando la gota gorda. Después de dos horas desembocamos a la carretera y a lo lejos avistamos las primeras casas de Courmayeur, estábamos deseando llegar.

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Courmayeur es una bonita población del Valle de Aosta, puerta de acceso al macizo del MontBlanc para caminantes y montañeros y ruta turística por excelencia por sus importantes pistas de esquí y la posibilidad de cruzar todo el macizo del Mont Blanc con los aéreos enlazando directamente con Chamonix (Francia) Hay tres estaciones de enlace de telesféricos que cruzan todo el macizo por encima de los picos y glaciares. Una experiencia inolvidable si pescas un día claro, en Punta Helbroner estás a tocar de la cima del Mont Blanc y desde allí se ven perfectamente todas las cordadas que avanzan o regresan de hacer el pico. Courmayeur es una población elegante, cuidada, turística, llena de hoteles, tiendas y cafés, es una población atiborrada de pijos hasta la exageración. Había más pijos por metro cuadrado allí que en Baqueira en invierno, y todos los puertos deportivos “Real Yatching - only for members – privé” de toda la costa mediterránea en verano. Hasta los perritos falderos eran pijos, vestían como pijos y andaban como pijos, pobres perrillos pijos de señoritos pijos. Bien... se nota que habían pijos no? El contraste con la pinta de los montañeros que hacíamos parada en nuestra ruta era... cuanto menos, curioso. Lógicamente no está preparada para transeúntes de chiruca así que tuvimos que cargar con las mochilas durante toda la visita turística. Eso si, el café y el xocolat y la pastelería, el pan, los embutidos... todo era una exquisitez.

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Courmayeur también tiene su Societa dell Guide, en la Piazza donde está picada se encuentran los bustos en homnejaje de Giusseppe Petigax y Emile Rey ambos guías del Duque de los Abruzos, Luís Amadeo de Saboya-Aosta, uno de los más prestigiosos y famosos exploradores de su tiempo. Visitamos la Societa para informarnos del pronóstico del tiempo que nos esperaba. Chungo pintaba.

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Después de descansar tomando un magnífico capuchino, repostar vituallas frescas, curiosear y hacer algunas fotos emprendimos el camino a mediodía, nos quedaban algo menos de dos horas y 700 metros de desnivel para llegar a nuestro destino, el refugio Bertone.

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En teoría la etapa era un día de descanso pero no fue así, caminar por el asfalto es nefasto y nos resultó pesado y agobiante, tanta gente y tumulto después de tantos días de tranquilidad nos mareó, más el camino hacia el refugio, a pesar del considerable desnivel, nos resultó placentero y aproximadamente a las tres de la tarde ya lo avistamos.

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Un refugio muy bien acondicionado y agradable. Nos aposentamos, duchamos con ciertas dificultades ya que el agua caliente funcionaba con un contador y los primeros que se aventuraron a la ducha nos advirtieron que el agua caliente se terminaba cuando estabas medio enjabonado así que los gritos que profirieron al tener que enjuagarse con agua fría se oían desde la otra punta del macizo. Los que íbamos detrás ya estábamos avisados. Pudimos disfrutar de la tarde sentados en las mesas del exterior charlando y tomando una cerveza hasta la hora de cenar.

En los alrededores del refugio pude avistar una familia de corzos que intenté fotografiar, por poco me rompo la crisma. Las flores por doquier magníficas y en una jardinera y plantada la flor de nieve o edelweiss, me quedé sorprendida ya que ignoraba que pudiera cultivarse, pasó un grupo de montañeros que iban acompañados de caballos cargados con todos los enseres, tiendas, comida, cocina, etc. Es una/otra de las ofertas de trekking que se puede optar para caminar, acompañados de guías.

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El comedor muy acogedor y lleno de gente, caminantes y transeuntes, cenamosmagníficamente… iniciamos la cena con pasta para no variar, siempre al punto y al dente, enormes platos de macarrones, realmente estos italianos saben como prepararla, cuando trajeron los segundos platos por poco nos da un infarto: salchiichas, carne estofada, lomo, encurtidos, zanahorias, guisantes al vapor, setas y polenta, el plato estrella, de postre flan.

La comida resultó algo embarazosa a causa de dos familias italianas que estaban cenando con tres... niños/monstruos. Nos quedámos atónitos, nosotros y todos con el alboroto y la falta de educación de los niños, corriendo por el comedor, de pie encima de la mesa entre platos y copas, dando golpes, gritando... no acabábamos de entender como se pueden criar a los niños de una manera tan salvaje. Unos alemanes que estaban cenando en la mesa contigua por poco se atragantan. No entendían nada.

Salimos a tomar el fresco al exterior y al poco nos fuimos a dormir aproximadamente a las 9 ya que al día siguiente tocaba madrugar.

Buenas noches Italia.

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20 septiembre 2006

etapa Mottets - Maisson Vielle



Dejamos Francia y entramos en Italia.

A las 6,30 suena el despertador, nos levantamos y lo primero que hacemos es ir a mirar el cielo, otra vez nublado, nieblas, las vistas del panorama que se suponía nos envolvía brillan por su ausencia, resignados preparamos las mochilas y, por descontado, la capelina a mano.

Vamos a desayunar. A destacar las mermeladas y mantequilla y el pan.
Comemos con apetito y abundantemente, la mermelada de arándanos o mirtiles es artesana y deliciosa. Dimos cuenta de todo lo que nos ponían por delante, quisimos repetir y ya en la cocina ví asombrada el enorme bloque de mantequilla tan grande como una rueda de coche, quesos recién hechos, y la marmita de donde sacaban la mermelada morada. Espectacular!

Es hora de partir, nos espera una ascensión por un camino empinado y zigzagueante, vamos a buscar el Col de la Seigne y una vez cruzado ya pisaremos tierra italiana. Estamos a 2000 metros y debemos salvar un desnivel de 500 metros nada más empezar.

Las nubes corren como alocadas dejando adivinar por sus agujeritos lo que nos rodeaba, empezamos a caminar confiando que el tiempo mejoraría, eso es lo que decía la “meteo”.

Nos ponemos las capelinas y estamos listos para marchar

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empezamos el camino

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A media ladera miramos hacia atrás, podemos ver al fondo el refugio que habíamos dejado y el camino que habíamos hecho el día anterior, a la derecha la Aguja y el Glaciar del Glaciers.

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(si visitais la página del flick encontrareis los álbumes por etapas y podréis ver las fotos en todo su esplendor para observar los detalles con más definición)

Al cabo de de una hora y media aproximadamente llegamos arriba del Col de la Seigne, la puerta a Italia, en donde hay una mesa de orientación con todas las cumbres y montañas de la zona incluso ciudades como Londres, Madrid, etc., la mesa la vimos, pero no vimos nada más

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llegaban andarines por detrás y alcanzábamos los que teníamos delante, nos íbamos pasando unos a otros empezamos a bajar y el día se hacía más claro y transparente habíamos dejado la niebla en el Col pegada a Francia

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delante nuestro divisamos una larga fila de caminantes

pongo la foto en thumbnail para poderla desplegar.

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al poco encontramos la primera señal característica del Tour del Mont Blanc, la amarilla pastilla juanola TMB que encontraremos a menudo en Italia marcando y confirmando que el camino que llevamos es el correcto.

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ya en el valle apreciamos a retazos las montañas que nos envuelven, y vamos descubriendo en primer lugar lo que parece un paisaje amable

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más poco a poco advertimos que no es así, la parte italiana del macizo es la más agreste, abrupta e inaccesible le veremos en cuenta gotas.

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nos vamos acercando al refugio Elizabetta, colgado y casi metido en el Glaciar de la Lex Blanche, decidimos desviarnos de la ruta para ir a visitarlo, en media hora llegaríamos, valía la pena intentar pisar el glaciar.

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pero la niebla nos perseguía y lo que instantes antes habíamos visto en todo su esplendor había desaparecido una vez arriba.

El refugio Elisabetta es otro de los magníficos refugios que se encuentran en la ruta del Tour delMont Blanc, está perfectamente acondicionado con una pequeña central eléctrica, sus instalaciones son de primera categoría, calefacción central, antenas y telefonía. A destacar: visitamos los lavabos y para regocijo nuestro, aparte de amplios y limpios eran “normales”, vamos que ya hacía 5 días que no veíamos ni utilizábamos una taza como dios manda, he llegado a pensar que los franceses no conocen el placer de sentarse cómodamente en tan magno evento y necesidad.

Este refugio fue construido a la memoria de Elisabetta Soldini muerta en la montaña, una placa en la entrada lo recordaba

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la vista del valle Lex Cobal era impresionante, nos esperaba recorrerlo todo hacia el paso del Lac Combal.

Iniciamos el descenso para ir a buscar la senda que sigue recta, a nuestra derecha vemos una gran, enorme, morrena que pertenece al Glaciar de Miage en su vertiente italiana, es una muestra palpable de la constante retirada de los hielos en las montañas. Nos acompañará a lo largo del recorrido hasta morir en lo que en otros tiempos era un gran lago. En la fotografía se puede apreciar la gran pared que ha formado la acumulación de piedras y barro transportados por el glaciar depositándolos en su cuenca, la morrena es producto de la erosión.

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Al finalizar el Lac Combal el camino cruza lo que queda del lago por un pequeño puente, este camino va directo a Courmayeur,

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nosotros debemos desviarnos por un pequeño sendero debidamente señalizado y a unos 100 metros antes del puente que nos llevará a nuestro próximo objetivo, el refugio Maisson Vielle.

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a medida que vamos subiendo se aprecia con más detalle la magnitud de la morrena que dejamos atrás

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a partir de aquí y una vez se sale del tupido bosque inicial se llega a una especie de balcón y las vistas se adivinan y vuelven impresionantes, las nubes continúan jugando y dejan ver parcialmente la Aguja Negra y la Arista de Peuterey,

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el Mont Blanc se adivina, imponente, fantasmagórico

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los glaciares, a pesar de su retroceso, impresionan

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a nuestro alrededor y entre nieblas el paisaje es más apacible

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y por fin en medio del paisaje y el silencio podemos ver a los un habitante habitual de la zona: una marmota!

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Son las 5 y pico de la tarde y por fin llegamos al refugio, instalado al final de los telesillas que llevan a las pistas de esquí de Courmayeur.

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09 septiembre 2006

etapa La Balme - Mottets












LA BALME – MOTTETS.

Desnivel positivo: 1113 m
Desnivel negativo: 949 m
Tiempo real: 7:15 h.

PERFIL:

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Brrrrr.......... pensaba que me sacaría el sueño, pero quia! Caí como una marmota y dormí de un tirón ni los ronquidos oí.

Es hora de levantarse, antes de salir recojo los calcetines que habían quedado secos con la estufa y había dejado colgando de la barandilla de la litera confiada que con el calor animal de todos los durmientes los habría secado y me los encontré ¡chorreando! Maldita sea ¿que ha sucedido? Las paredes del habítaculo chorreaban de condensación... no tendría más remedio que coger otros y confiar que llevándolos colgados de la mochila terminarían de secar. Menos mal que el forro polar y la otra ropa no se había mojado. Ya dije, un refugio poco cómodo y acondicionado.

El día amanece radiante, casi no nos lo creemos, era el primer día que podíamos ver el cielo azul y transparente. Nos entusiasmamos ya que la etapa de hoy es una de las más largas, bellas e impresinantes del Tour. Teníamos suerte.

Vamos a desayunar. Clásico y envasado pero es lo que hay. Antes de salir la foto usual de rigor, pillar al primer desprevenido y pedirle que la haga, los hay que hasta para apretar un botón son zoquetes, salió desenfocada pero es la foto oficial, como se podrá comprobar no hacía calor pero el día pintaba fenomenal,

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también se puede comprobar que no leímos el rótulo que estaba colgado en la verja antes de posar, queda compensada esta foto de la valla con la primera que hice sólo al llegar:

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¿bonita no?

Lo primordial antes de salir y despedirnos definitivamente, una foto de las Agujas de Le Pernaz a pleno sol de la mañana. ¡Ya venimos, esperdad!

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Esta vez empezamos a caminar sin capelina, siempre a mano por si acaso, pero sin capelina, nos parecía extraño.Tanteamos nuestro ritmo para acompasar la marcha ya que nos esperaba un desnivel considerable, 800 metros de entrada para empezar la jornada.

Tomamos el sendero que nos llevará al Col de Bonhomme y a la Croix de Bonhomme, sendero muy bien delimitado, seguro y amable de subir a pesar del desnivel, el día continua claro, nosotros ascendíamos aún sin sol y no nos sobraba la ropa de abrigo. La nieve empezaba a hacernos compañía a los lados del camino, a la hora y media de empezar a caminar.

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Al cabo de poco desembocamos en el llano, allí nos espera el túmulo de piedras en el Plan des Dames, un montón enorme de piedras en donde añadimos la nuestr cumpliendo así la tradición, tarea dificultosa ya que no se divisa una piedra en muchos metros a la redonda así que, o eres previsor y te provees de una y la llevas paseando o bien toca espabilarse por las cercanías hasta encontrar alguna que no sea de segunda mano. Estamos a punto de alcanzar el Col de Bonhomme

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El túmulo por antonomasia estaba allí anunciando el Col de Bonhomme.

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al fondo se pueden ver las Aguilles de La Pernaz que nos acompañaron durante todo el recorrido.

¿a que viene tanto túmulo, piedra y zarandaja? Tradición y leyenda, ahí va, extraída del libro de Cándido Muñoz "El Tour del Mont Blanc".

EL PASO DEL BONHOMME

Las tradiciones y leyendas sobre el paso del Col de Bonhomme son lejanas. El traductor francés, en 1809, del viaje a España hecho en los años 1786 y 1787, por el británico J. Townsend recoge en una nota a pie de página los siguiente: "No es solamente en España dondeexiste esta costumbre de arrojar piedras sobre el sitio donde algun indi viduo ha sido asesinado o ha perecido por algún accidente; se encuentran aún rastros en varios sitios y, entre otros, en los Alpes. En el paso del Buen Hombre, uno de los más elevados de esta cordillera, y que conduce de Salenches a Cormayor, cerca de la cumbre se encuentra un pequeño llano, llamado el Llano de las Damas. Allí son dos los montones de piedras de diez a doce pies de altos, bajo los cuales están enterrados, dicen, una gran señora y su criada, que perecieron en este sitio, envueltas por un golpe de viento a su regreso a Italia. Estos montones aumentan anualmente porque cada viajero, al pasar arroja una piedra sobre estas tumbas."

Otra tradición dice que bajo las piedras hay una estatua deMercurio (el Hermes de los griegos), el mensajero de Zeus y, a su vez, protector de mercaderes y viajeros, quien inspiró la idea de erigir señales en los cruces de caminos, que se llamaban, precisamente, "hermes (en español y en francés). Por ello – y es costumbre también en los Andes y en el Himalaya- hay que poner nuestra piedra para invocar la protección de Mercurio.

Al fin llegamos, y lo pisamos, a las 8,35 exactamante y nos extasiamos más contentos que unas pascuas, el cansancio desaparece por la felicidad, era un día magnífico para poder contemplar el maravilloso paisaje que nos rodeaba, ya era hora, nos lo merecíamos por nuestra insistencia y voluntad y como es natural pescamos al primer paseante de los muchos que corren por allí para que nos hiciera la foto de rigor:

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este letrerito lo certifica, mejor dicho indica el tiempo que falta para llegar al refugio que está más alto del Tour, en la Croix de Bonhome, a cinco minutitos de ná:

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casi nos da una borrachera haciéndonos fotos, era el primer día que no teníamos que aprovechar un agujerito entre la masa de nubes para poder fotografiar las altas montañas que nos rodeaban. Y así lo hice.

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Mientras estábamos admirando el paisaje llegaban los valencianos, saludos y risas y cada uno por su camino, nos encontraríamos en el refugio al terminar la etapa, esta vez nos alojaríamos todos en el mismo. También llegaron los "pa amb tomaquet" que se dispersaron por allí fotografiando a mansalva, estaba lleno de gente unos subiendo y otros bajando, era extraordinario el tráfico humano.

Para remachar la etapa y como no estábamos cansados y porque no se podía dejar escapar la ocasión decidimos subir a la cumbre de la Tête de Bonhomme (2.599) donde sabíamos había una tabla de orientación.

Al iniciar el ascenso, sin mochilas esta vez ya que bajaríamos por el mismo camino, con nieve cubriendo las botas, nos cruzamos con una pareja, éll vasco, ella murciana, nos indicaron que el camino era transitable, poco tiempo para subir, ni media hora, y que valía la pena, ellos continuaban el camino, les quedaba un buen trecho mucho más que a nosotros, eran unos andarines de aquí te espero. Nos los volveríamos a encontrar más adelante, ya explicaré su historia.

Llegamos arriba sin dificultad y si, allí estaba la mesa de orientación, señalando todas y cada una de las cumbres que divisábamos... desde el Gran Paradiso en el Valle de Aosta hasta la punta airosa del Cervino y a nuestro alrededor el mundo en technicolor, 3D y si mucho me apurais en Cinemascope. Eso si, sin "sensurrun", solo el murmullo de admiración y el respirar profundo de la impresión.

La cima era estrecha y pequeña, y estaba repleta. Debíamos de ir con cuidado pues las laderas eran muy empinadas y peligrosas y todos deseábamos hacer lo mismo, una foto con el magnífico Mont Blanc de fondo de escenario, casi a tocar, en primer plano, majestuoso, blanco, orgulloso, radiante bajo el sol que tan pocas veces lo calentaba un día entero.

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aquí dejo una secuencia de lo que veía desde la cima haciendo un giro de 180º sobre mis pies.

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una vez más calmados empezamos a bajar, debíamos recoger las mochilas y continuar con el camino, nos quedaba pasar por el Col de Fours (2.666)

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e iniciar el descenso, si, si, hasta llegar a estos caminitos que hay en el fondo.

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pero antes debíamos pisar nieve, la bajada no prometía ser de las más suaves ni fáciles total casi 1000 metros entre unas cosas y otras.


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nos esperaba el Refugio de Mottets, la cervecita, la ducha, el reposo, la cena... y la conejera.

al fin abajo y pillado un sendero normal y corriente aún me quedaban ganas de hacer fotos, las flores a mi alrededor me cautivan, me emboban, me distraen, y hubiera querido hacer más de las que me dejaban, siempre me quedo colgada detrás... ¡espabila! ¡espabila! No resistí la tentación para hacer una foto a estos pequeños copos de nieve, tuve que agacharme y casi tirarme al suelo para poder enfocarlas, que apuro! Después no me podía ni levantar del peso de la mochila... más de uno se me quedó mirando mientras andaba yo tumbada en la tierra con cara de asombro ¡está locuela!

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Por fin llegamos al refugio a las 3 y media de la tarde. Nos habían dicho que el dortoir estaba preparado en una amplio y grande establo y que la anfitriona terminaba de amenizar la cena al son del acordeón, teníamos curiosidad, porque negarlo, y si sólo ver el refgugio ya "adivinas" que aquello era en sus viejos tiempos una granja, y/o cuidado de ganado, las construcciones que lo conformaban no engañaban.

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Era la primera vez que llegábamos a un refugio con el sol luciendo y calentando, el espacio exterior era amplio y estaba lleno de mesas y bancos para descansar e incluso cenar si así lo deseaban los caminantes que iban de paso, nos presentamos, la reserva era correcta, la cena a las 7 y nos dicen donde está el dortoir, era la construcción alargada y alló nos encaminamos, fué una sorpresa agradable una nave larga, m,uy larga con literas a ambos lados de la pared, en batería, todos juntos, bien acondicionadas con un par manta en muy buen estado en cada colchón, abierto por por ambas puntas y en el techo dos claraboyas enormes que dejaban pasar la luz de día, no tenía luz artificial, no hacía falta, sitio para dejar las mochilas, repisa para la frontal, gafas, libro, cantimplora, etc... duchas de agua caliente y abundante bien acondicionadas, y posibilidad de lavar ropa y colgarla al sol a ver si teníamos la suerte de que se secara por la mañana. Manos a la obra, ducha, colada, preparar el catre y a por la cerveza!!!

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mañana continuo, estoy agotada.... terminaré la etapa y seguiré con algo que me ronda por la cabeza y ahora no me acuerdo que es... :lol:

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Continuando con la etapa del refugio Mottets que me quedó colgada por “overbooking” de fotos, acaban de enviarme 400 fotos más y hasta que no las he tenido todas ordenadas no me he decidido a continuar ya que ir relatando y tener que buscar la foto de la etapa entre todo el maremagnum es agotador… ahora ya las tengo ordenaditas por carpetas día y hora de la toma así me es más fácil rememorar el recorrido y poder resaltar los detalles que me interesan.

A lo que iba, decía que estábamos instalados en el refugio de Mottets, duchaditos, tomando la cervecita, la colada colgada y era hora de remolonear esperando la cena que auguraba rica, rica… el olorcillo que nos llegaba era esperanzador.

En el entretanto llegaron los valencianos, nos saludamos y pasamos a comentarla suerte de poder disfrutar del magnífico día que habíamos gozado. Nos comentaron que en su anterior etapa se alojaron en el chalet de Nant Borrant, había resultado algo más larga que la nuestra pero por lo que explicaron valió la pena, Nant Borrant era otro magnífico refugio de la ruta y no tenía ni punto de comparación con el cuchitril donde habíamos estado alojados nosotros, tomamos buena nota de ello para el próximo Tour. También encontramos a Nicole, su marido y “el chef”. Había muchísima gente e invitaba a charlar aunque por la diversidad de nacionalidades la cosa no era nada fácil.

Poco a poco la temperatura bajaba y el sol se escondió así que nos refugiamos en el amplio comedor lleno de cabezas de bichos disecados, instrumentos extrañísimos para la labranza y el pastoreo, flores, pinturas, vasijas, campanas, etc… estaba muy oscuro y la foto salió chunga.

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diez minutos antes de las 7 de la tarde, hora oficial de la cena, el jefe de cocina nos pidió que desalojáramos el comedor, tenían que preparar las mesas, así que ahuecamos el ala y nos quedamos pegaditos a la puerta hasta nueva orden, al poco nos llamaron y encontramos las mesas debidamente señalizadas con los nombres reservados para cada grupo, en la nuestra coincidieron los valencianos. Nos sentamos donde nos dijeron, a esperar.

Hummmmm que rica estaba la cena poldió! Nos trajeron una perola enorme llena de “potaje”, “escudella”, “olla aranesa”, llamadle como queráis, bien calentita, humeante … de lo mejorcito que he comido en tiempo y nos pusimos morados, después trajeron otra perola con carne en salsa bastante especiada pero muy suave, de acompañamiento, judias verdes, guisantes, zanahoria/safanoria, patatas, todo “ al dente” y en abundancia. Añorábamos un poquito las clásicas patatas fritas, las quereilles como las llaman en valencia pero no parece ser costumbre por aquellos pagos. La tabla de quesos, a mogollón, y compota de manzana.. El pan, una perdición. El vino, aceptable, de “garrafe”. Café, capuccino, infusiones o una copita de Genepí para rizar el rizo.

Al terminar la cena es normal que pasen a anotar lo que deseamos de desayuno, café, té o xocolat y al tiempo cobran la pensión, los precios oscilan en todos los refugios entre 35/38 euros la media pensión. Mientras pasaban anotando salió la dueña con el acordeón esperado, se sentó en una silla y empezó el “concierto” que resultó poco alegre, con una cara seria como un palo y de pura rutina nos amenizó con tres o cuatro piezas disparadas como una metralleta, sin una sonrisa ni mirar a nadie, terminó y sin decir ni pio desapareció por la puerta de la cocina.

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al poco empezamos a desfilar hacia el dortoir, era hora de ir a dormir, mañana nos esperaba otro madrugón y una nueva etapa. Comprobamos que el establo estaría lleno.

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Esta noche quedó bautizado el “chef” como el abuelo silbador, el señor tenía por costumbre lanzar un potente silbido cada vez que oía algún ronquido, era él y no el que roncaba quien nos despertaba, quien despertaba porque lo que es a mí no lo conseguía ni el desembarco de Normandía.

Llovió por la noche, llovió abundantemente, no era un buen augurio para la etapa siguiente.**